Quienes aman que estés vivo
a veces
tienen
miedo
lo vivo es asedio
lo vivo puede ser salvaje.Enza García
1. Usted no salvará a nadie. En muchos casos, incluso, puede que se vuelva el victimario: cada vez que caiga en uno de los relatos “crudos” de la García Arreaza volverá a poner en marcha la tragedia de los personajes —en especial de los masculinos—. Aún así, lea, todos tienen algo que decirle.
2. Una máxima en el universo ficcional de esta escritora: las niñas hacen cosas más allá de la línea convencional entre lo bueno y lo malo. Las niñas son: «Porque a los diez años una mujer ya puede pensar más o menos como lo hará el resto de su vida: esto es mío, esto no es mío. Y si no es mío me lo agarro igual, Dios no puede hacer nada con las cosas que guardo en la cómoda, entre las pantaletas y cartas de amor» (23). Las niñas “garcía-arraceanas” tienen el instinto para determinar dónde crece el vicio y son capaces de amenazar con devorar una mariposa para probar la entereza de su carácter y el dominio que poseen sobre sí mismas. No se sorprenda y, por favor, intente no juzgar (inténtelo) porque muchas son como las nínfulas que tanto fascinaron y atormentaron a Nabokov.
3. Si le gustan las genealogías, móntele cacería a Alexander Stein. Búsquelo en las Plegarias. Si su arcano no es la Torre, estará bien.
4. Tenga cerca cerillos y una vela. Nunca se sabe cuándo puede faltar la luz.
5. Elija su cosmogonía: el caos urbano (Cállate poco a poco), los árboles (El bosque de los abedules), los espíritus salvajes (Plegarias para un zorro). Cabe destacar que, para la autora, su segunda obra (El bosque…) es la que considera realmente como su primer libro.
6. No confunda silencio con sumisión. Kafka dijo una vez: «Ahora, las sirenas disponen de un arma todavía más fatídica que su canto: su silencio». Enza García es de Puerto La Cruz (Venezuela), hubo mucho mar en su infancia y, por ende, hay mar en sus personajes femeninos. Sus mujeres en ocasiones pueden recordar un aspecto particular del arquetipo de la sirena: la necesidad de unirse con un mortal para conseguir un alma. Y el silencio puede ser el medio para conseguirla: el hombre que mira una sirena solo espera oírla cantar —le viene por herencia cultural— no puede tolerar su mutismo. (Revisar el relato “San Jorge y el dragón”).
7. En las páginas de la portocruzana no faltará el padre. La madre, en cambio, ha sido devorada… por los hijos —la mayoría de las veces por la hija.
8. Para leer a Enza García no está de más refrescar algunos cantos de Cármina Burana y poner de fondo un par de melodías de Mahler. Ambas referencias son una constante en sus textos.
9. Dude siempre. Sobre todo de la herencia que dejen las abuelas.
10. Frótese cariaquito morado: en esta autora sobra sal para la pava.
Natasha Rangel (Caracas, Venezuela, 1994). Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Correctora de estilo. Colaboradora en la revista y plataforma literaria “Liberoamérica”. También publica sus textos en el blog personal “Piedra de habla”.