Ghosting, Benching & Revenge Sex
En 1999, Thom Yorke, vocalista de Radiohead tenía un sueño en el que sobrevolaba una ciudad como un fantasma. Un sueño recurrente que muchos habíamos/hemos tenido. Al año siguiente, la banda de Oxford sacaba a la luz su sencillo: “How to disappear completely” basado en ese sueño. Un tema que parecía una oda a una generación perdida (Véase: Trainspotting, estrenada en 1996), profundamente melancólica, que veía acercarse un futuro que daba miedo. Uno debía desaparecer, existían técnicas para ello. Pero, las probaturas ya estaban hechas, de ahí la melancolía suicida del grunge de principios de los noventa (Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, etc). Los hippies lo habían intentado treinta años antes; tratar de cambiar formas de vida, peregrinajes incluidos, ascetismos y ecoaldeas como la de Charles Manson. Ya habían asesinado a Jim Morrison en el escenario. Después, los ochenta habían sido como un relámpago en un pasadizo tenebroso altamente creativo, pero sin sustancia. Un caos veloz en el que todo era posible: la fiesta con los punkyes, el sexo, las drogas, el rock frente a la melodía sesentera, la calle frente a los guateques, etc. Se desaparecía en la noche lunar, pero como un ente telúrico. No había atisbo de trascendencia.
Hoy en día, en pleno siglo XXI, existen modos definidos para desaparecer. Existe una estratagema puesta en práctica con una forma de vida radicalmente distinta a cualquiera de las anteriores. Se trata del ghosting y de la vida digital. El ghosting (“hacerse el fantasma”) se ha hecho muy popular en el último lustro en las relaciones de pareja. Básicamente, se trata de desaparecer. El fantasma deja de comunicarse y se deshace de la gente como objetos, extirpándolos de su vida. Es fácil porque son entelequias, no existen de facto, no son reales, viajan por el ciberespacio, los circuitos, la red, el wifi… son entes efímeros que tal como han llegado se pueden ir, y viceversa. La clave es la tecla, lo inminente, la presteza y la ruindad de un modo de relacionarse que puede resetearse. Game Over! Y vuelta a empezar. El territorio de las relaciones de pareja deambula en la más absoluta bipolaridad de quien tiene demasiado fácil pulsar el botón para mandar un corazoncito o bloquear a la otra persona. Es fácil dejarse llevar por la destrucción. Por la cobardía de uno, por el miedo al compromiso y el egoísmo naturalmente masculino y tan característicos de esta época. Incluso aunque las dos personas se conozcan (Hoy en día la mayoría de las parejas se buscan y se formalizan en Internet), tengan varias citas, y su romance parezca fruto de algo que debería tomarse en serio y no como mera distracción de una vida anodina, cualquiera de los contendientes sabe que tiene la posibilidad efectiva de desaparecer o hacer desaparecer a la otra persona de su vida. Todo está a un click de volatilizarse, de ser objeto de consumo, en ese dedo índice, el mismo del copiloto del Enola Gay que accionó la leva para dejar caer la bomba atómica en Hiroshima. No sintió nada en el momento sino después, él no estaba allí, sobrevolaba la zona, a él no le afectaba, fueran ordenes o no, como en el caso Eichmann, hacer desaparecer a las personas de esa manera tan fácil… (luego nos venderían que todo era producto de una respuesta cognitiva a la autoridad demostrado con el experimento de Milgram y nos lo creímos). Estudios psicológicos recientes exponen que el ghosting produce un duelo muy duradero en la víctima, por falta de razones y conclusiones; y un sentimiento melancólico, a veces de culpabilidad otras por la sinrazón o el arrepentimiento de la huida, por parte del “fantasma”.
El diagnóstico es peor cuando se realizan técnicas de seducción y benching. El “amor fantasma” tiene en el benching una de sus estratagemas más maquiavélicas. No se trata de desaparecer completamente, sino de no dotar al otro ni siquiera de grado de objeto, es cuasimateria o cuasiobjeto, (en nada tiene que ver esto con Averroes), es decir, mantener en el banquillo a un jugador, pero un jugador que no sabe que nunca va a salir al campo. Popularmente, se conoce como “mantener a alguien en la recamara”, de “segundo plato”, como amigo al que se le seduce con sofismos y demás técnicas para conseguir retroalimentar un ego marchito y conflagrado por causas mundanas. El desgaste emocional que produce a la víctima de benching que ve un posible amor donde solo hay un interés so pretexto de inconsistencias egocéntricas basadas en una vida devastada por tomar decisiones erróneas todo el tiempo en sus relaciones pasadas y/o aburrimiento, desidia, envejecimiento, falta de autoestima, etc. es brutal. En realidad, es algo que ha existido siempre, muchas veces con la intención de dar celos a quien te interesa de verdad. Un cuasiobjeto que, tras meses, incluso años de relación necia, sólo puede alcanzar a participar en un Revenge Sex como a quien le toca la lotería. La venganza por sexo es algo que se ha puesto de moda. De hecho, la semana pasada, Facebook se vio obligado a cerrar 14.000 cuentas por pornovenganza. La inefable maldad de querer dañar a otro/a con el cuasiobjeto, mediante la afirmación pueril y mezquina de que el sexo no es otra cosa que posesión animal parece que se perpetúa.
La triada del Amor: Philos, Eros y Ágape.
Pero, ¿qué es en realidad el amor? ¿Cómo definir algo que tiene hoy en día tan mala prensa? Según parece es una trampa, un cuento que nos vendieron, es algo que no existe y en lo que ya no se puede creer. Goethe y los románticos quedaron muy atrás y la literatura actual se divide en tres tendencias básicas: las novelas policiacas con tramas infantiles; el porno etiquetado como erotismo, revestido de una idea lujuriosa y perversa; y las novelas costumbristas como regodeos líricos siempre melancólicos.
Trataré de exponer los elementos básicos que necesitas vivir conjuntamente para dar pie a formalizar una relación de pareja. Sin una de ellas, entrarás en circunloquios emocionales, el elefante se balanceará sobre la tela de una araña, caminaras siempre en el alambre y es altamente probable que acabes haciendo objetos a sujetos (y viceversa), con las estratagemas tecnófilas anteriormente descritas. Aunque, sucintamente, la fuerza de la atracción siempre es necesaria, no podemos dejarnos llevar únicamente por ella. Conocer a alguien en una disco o por unas fotografías y hacerle el padre/madre de nuestros hijos es algo que suele salir mal. Piensa que la atracción depende de movimientos gráciles, curvilíneos como nuestros ojos, no tanto de un físico de formas turgentes que siempre resulta caduco, más rápido de lo que crees.
La acción de Eros que teje vínculos poderosos entre Gaia (Tierra) y Urano (Cielo), deteniendo el proceso de génesis e iniciando una retrogradación hacia el Caos, debe de establecerse con prudencia. Es el titán Chronos, el tiempo, el que cercena el sexo de su padre Urano y provoca con ello una separación que permite a los hijos engendrados por Gaia salir a la luz. En resumen, la sabiduría de los mitos, nos dice que el tiempo mata la pasión y equilibra el estado de la pareja, para poder reproducirse sin romper su vínculo antes de tiempo. Esa es la paradoja que reside en la temporalidad de las relaciones amorosas. La triada se completa con Philos y Ágape.
Philos es la fraternidad, el vínculo identitario entre dos personas que se saben parte de la misma fuente. Normalmente, Philos no entra en juego en las relaciones de pareja sino como afinidad (aunque puede ser mucho más fuerte) y debe ser un fundamento necesario para la construcción del refugio/hogar de la pareja, tanto en su sentido literal como metafórico. La amistad verdadera necesita de Philos y de que no haya Eros, tal y como explicaba Aristóteles en su Ética nicomaquea: “Donde hay deseo, no puede haber amistad”. Mientras que en la pareja tendrá que haber pasión y una gran afinidad u identidad.
Ágape es el amor espiritual, la plenitud del amor de Dios, el sentir de su inmanencia en nosotros. Bienaventurados los que hayan vivido Ágape en el encuentro con otra persona, y que finalmente haya llegado a ser su pareja. Ágape nos ultrapasa como meras contingencias, nuestro lado cautivo, encadenado a lo efímero y la casuística. Aquí aparece el terror místico que nos lleva a alejarnos y desaparecer desnudos tras quitarnos el manto de protección de nuestro ego. Renunciar a nosotros mismos para entregarnos completamente a otro, eso es algo que nadie está dispuesto a hacer. Sólo Chronos nos puede hacer reflexionar sobre esto (El transcurso del tiempo como experiencia individual nos reblandece el ego, recuerda que la vida siempre supera al individuo) Ágape está en la cúspide de la triada porque es un amor que no se agota, mientras Eros y Philos pueden entrar en algún momento en declive. De hecho, uno puede desear a otras personas, sentir atracción sexual por otros cuerpos es el curso normal de la naturaleza, vivimos anclados a las reacciones de nuestros cuerpos; asimismo la Philia se resiente con el paso del tiempo. Lo único que mantiene firme el vínculo entre dos personas (más allá de las contingencias y acoplamientos diversos) es el amor espiritual de Ágape.
Así pues, el amor es algo que necesita de la triada. No de un Deus Ex-Machina: Una forma de evasión, de escape o de facilón giro consciente. El amor que se rechaza por no haberlo vivido verdaderamente y tener una cota de comprensión de él muy baja o subestimada, es una entrega total. Se trata de hacer desaparecer nuestro ego como si se tratara de polvo de estrellas en el espacio. Para esto se necesita toda una vida y en muchos casos varias oportunidades más. Actualmente, nuestro dedo y la tecla son los que imperan. Dar un giro inesperado a nuestras relaciones tecnófilas, auspiciados por la coartada virtual y la indolencia más cobardes. El amor verdadero es la única forma de trascendencia, lo que nos hace sobrevolar ciudades como fantasmas, en nuestra unión entre la tierra y el cielo, sin medida, sin límites. Únicamente, por el placer que causa el vuelo y el mismo acto de desaparecer conjuntamente con otra persona.
David Ortega (Bilbao, Espanha, 1981). Licenciado em Filosofia e Mestre em Filosofia Teórica e Prática pela UNED. Autor do ensaio sobre fundamentos ontológicos da estética: Diaphainon, que obteve a máxima qualificação de sua carreira. Para o autor, a sua coluna este é um espaço crítico e reflexivo sobre o mundo contemporâneo. Portanto, tratará de responder as questões ou problemáticas que ocorrem em nossa sociedade atual. Nossa realidade vista pelos olhos de alguém que antecipa, que penetra no fundo. O nome de sua coluna “Ex professo” é uma alusão à uma locução latina que se emprega também no espanhol com o significado de a propósito, com intenção, deliberadamente.
Um comentário sobre ldquo;Estratagemas tecnófilas desbancando el amor verdadero, por David Ortega”